"Amor mío, amor mío.

Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo".

Vicente Aleixandre.

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jueves, 31 de mayo de 2012

Lo efímero


¿Por qué todo lo que me gusta es efímero? ¿Por qué todo lo efímero suele ser bello? Me gusta cuando al aire me lanzan un beso, me enamora la sonrisa de un recién nacido cuando duerme, ese vaivén de un columpio solitario en un parque, ese viento cuando roza mi mejilla, esa hoja que se desprende ya seca de un árbol, me gusta el sonido de esa ola perdida que muere entre las rocas, el relámpago que con furia cae desde el cielo, la mirada de un perro…Me gusta el efímero ruido que emite al caer una gota de agua, la mirada perdida y profunda de un anciano que me dice: Yo también fui joven. Adoro ese pasar las hojas de un libro viejo, la vida y la muerte de una pompa de jabón, el chasquido del fuego de una hoguera, el olor a hierba cuándo se corta o está mojada.

¿Por qué lo que llamamos efímero, para mí es tan grande? Cómo cuándo enciendo una cerilla y recuerdo el viejo olor de la primera cocina en aquel hogar humilde pero confortable. adoro esa lágrima de emoción que brota en los ojos de mi madre, o ese tic nervioso de mi padre, o cuándo suena el timbre deseando que seas tú la persona que esté al otro lado de esa puerta… Sonidos efímeros, olores efímeros, tactos efímeros que me dan esa intensidad y al tiempo esa simplicidad que me alegran la vida… Como el efímero momento en el que creo a cada una de estas palabras mientras escucho una de mis canciones preferidas… O ese tic, tac del corazón que me acompaña....

Adoro tantas cosas en mi vida que ésta no puede ser efímera, porque cuándo llegue mi hora sé que habré vivido y sentido cada ser vivo en todas sus facetas, porque no me pierdo nada, ni el efímero momento en el que tú ahora lees esto, sí, tú, también te rodean cosas efímeras, esas que pueden alegrar en un instante tu vida.

viernes, 25 de mayo de 2012

Hablando con mi almohada...


Alguien dijo que la vida no está para entenderla sino para vivirla. Y hoy me siento discípula de estas palabras, no puedo permitir el perderme ni un solo segundo de su legado, no voy a perderme siquiera en su lado malo (que seguro lo tiene), pero ese lado es mi superación, es lo que me invita a renacer con más fuerza cuando parece que muere todo. Y es por eso que cuando las cosas se dirigen hacia la oscuridad, un ápice de mi esperanza y de mi coraje brota de nuevo desafiando a las circunstancias.

No vale el lamentarnos de nuestras desgracias, no vale el culpar al destino de nuestras desdichas, yo no creo en él, pues creo que el destino lo labramos nosotros a diario, con nuestras decisiones, nuestras equivocaciones y nuestra inteligencia. Es por ello que me siento completamente dueña de mi vida, juez y verdugo de cada paso que doy y solo yo elijo y dirijo.  Solo yo marco las pautas o acelero...

Hoy siento la vida enorme, grandiosa, sublime, poderosa. Y es porque nunca le había prestado tanta atención como ahora, tan sólo su poder no me gusta, pues he de ser consciente de que todo te lo da y también todo te lo quita en un instante. Lo único que podemos hacer es armarnos de valor y mostrar lo que sentimos a cada momento, pues puede que no haya tiempo y ese abrazo amigo, ese beso o ese te quiero nunca se vuelva a repetir.

El tiempo no se detiene, así que, ¿por qué nosotros deberíamos hacerlo? ¿Por qué no abrir la caja de Pandora y dejar que todo nuestro ser se muestre tal y cómo es? Nos perdemos tanto. Nos equivocamos tanto cuando reprimimos nuestros actos y nuestras palabras. Vivimos tan poco, que cuando nos vayamos no quedará casi nada de nosotros si no lo hemos legado anteriormente a otro ser.

No es suficiente con donar los órganos para que otros puedan vivir, también es importante donar esos momentos que recordar, es otra forma de seguir viviendo en los corazones de los demás e irte con la convicción de que has llenado un poquito sus vidas.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Amigo mío, tu crees? Contesté...


Yo poseo palabras ya cuajadas, que laten despacio guardadas en mis raíces, donde la lluvia las fortalece, donde la nieve descansa protegiéndome del frío intenso, de la dureza de un paisaje muerto... del oscuro silencio de las voces de todo aquel, que como yo, reflexiona primaveras pasadas. Y con este cálido pensamiento me guareceré hasta la explosión de mis nuevos tallos, fortalecidos por el crecimiento interior de mi letargo, y por la caricia de vida que aún me sostiene. Palabras que sucumben desiertas y huérfanas durante una conversación con mi madrugada...

Encarceladas, maniatadas por la voz de mi cansancio... pues las emborraché de hastío, para que el viento las levante con furia hacia todas partes, cayendo de nuevo sin sentido... Y siendo oscuramente mías, acribillan nuevamente mi voz, con los cristales de la ausencia y espinadas horas muertas escuchando la voz de la soledad. Poseo palabras que anidan en mis brazos, a veces turbias a veces fuente clara... otras son agujero negro en mi boca, donde se sumergen hasta evaporarse, o hasta que expiran en la comisura de mis labios. Otras se agitan en mi interior convirtiéndose en arena, para llegar al desierto de todas aquellas almas que ya han vaciado su dolor.

No son actos, solo palabras, impregnadas en la memoria producto de los actos de los demás... de sus huellas, de sus silencios, y del dolor que han depositado en mí... La coherencia de estos, está en haberlos recibido, vivido y aceptados dignamente. Palabras que sacudieron mi epidermis, el caos de mis pensamientos, devorando las perlas nacaradas de mis lágrimas. Palabras, ya cadáveres en mi lengua, ya incineradas, y que ahora tan solo son ecos vacíos de la muerte repentina de la razón, provocando que mi vocabulario agonice... Eso sí, ensanchando mis arterias y liberando mis delirios.

Conclusión: Las palabras tienen la importancia que yo les dé, algunas veces poca y otras mucha, pero nunca dejaran de ser importantes... porque unas ayudan a crecer o a sobrevivir y otras a dejar de hacerlo... pero ninguna de ellas dejan de tener sentido, solo hay que reflexionar en cualquier caso. Eh ahí la importancia.

jueves, 3 de mayo de 2012

Pensando...


Dejé mis pies colgando,
desde lo alto, donde el viento
me susurraba al paso del tiempo.
Cerré mis ojos a las prisas,
al ajetreo de un corazón
que bombea tan sólo
por el hecho de ser lo que es.
Quise descubrir
lo que se siente al no pisar
tierra firme y me sentí libre
de adoquines que no me llevaban
a ninguna parte... Mis manos
se aferraban a las rocas
del acantilado sintiendo el vaivén
de mi cuerpo al ritmo de las olas...
Todo está en mis manos,
estoy aquí, sentada
al borde del abismo,
(como en la vida misma),
pero aquí soy capaz de soñar,
de separar el alma de mi cuerpo
y verla flotar delante de mí,
descubriéndola vacía....
Abrí los ojos... Al sonido
de las gaviotas alrededor,
de las olas que acurrucaban
mis pensamientos...
Y allí dejé un trocito de mí,
dejé el miedo que me hace
batir en retirada,
y las lágrimas de antaño
que me acompañaban.
Nunca me he sentido tan llena
y tan vacía al mismo tiempo.

Soledad Albalate