"Amor mío, amor mío.

Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo".

Vicente Aleixandre.

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martes, 19 de marzo de 2013

Pequeña entrada del “Día del Padre”


He de reconocer que todavía, a pesar del tiempo que ha pasado, que sigue pasando, se me hace muy difícil hablar de él. No es que no me acuerde, que no le añore, que no piense en él, al contrario, más de una vez me reconozco hablando en mi interior como si le tuviera a mi lado, o pensando en si lo que hago, como vivo, qué decisiones tomo, le gustarán, si sentirá orgullo de lo que ve o por el contrario le afectarán los fracasos que a veces yo siento.

No soy de lágrima fácil, y creo que lo demostré aquella tarde frente a su cuerpo inerte. Todavía no he sido capaz de echar una lágrima, y no por no sentir lo que pasó, o por no echarle en falta. Siempre me dijeron que lo guardaba todo dentro, y creo que tienen razón. Hasta escribir estas cuatro líneas me está costando más de lo que debería. ¡¡¡ Esta maldita coraza interior…!!! No soy fuerte, tampoco insensible, solo una persona extraña en cuestión de demostrar los afectos, y así me va…

Estoy dejando llevar mi mente sin ponerle muchas trabas en cuanto a lo “literario”, pues siento que si me entretengo en pensar cómo decirlo, más bien cómo escribirlo, mi mente se parará en seco y no saldrá una gota más de este dolor que llevo dentro. No sé siquiera si hago bien en exponer todo esto aquí, al alcance de todos, ni si servirá de algo, pero como este blog fue concebido como terapia, aquí queda.

¡¡¡Papá te echo de menos!!!

viernes, 1 de marzo de 2013

"Acta, non verba"



“Hechos, no palabras” Pienso que es una filosofía adecuada para relacionarnos los unos con los otros en este mundo traidor, ¿no? Tipos de relaciones hay muchos: de amistad, laborales, afectivas, familiares…, y en líneas generales, creo que en todas ellas hay que seguir unas determinadas pautas, ¿eso qué quiere decir?, pues principalmente, conseguir  que tu cabeza no esté dando vueltas y vueltas recordándote cómo deberías haber actuado o qué tendrías que haber hecho, pero ante todo, ser capaz de que tu conciencia esté tranquila al finalizar el día.

Como es lógico, a veces lo conseguimos y a veces no; muchas, simplemente somos demasiado obstinados y creemos que nuestra postura es la más adecuada, y probablemente la única correcta. Pero si en un conflicto las dos partes creen tener la razón, habrá un choque, nadie creerá que el otro pueda tener algo que decir, nadie querrá ceder parte de su “verdad” (y a la vez parte de uno mismo). No nos engañemos, esto es así casi siempre, pero lo cierto, al menos lo más cercano a la verdad, es que rara vez hay una única opción, que casi nunca se tiene la razón al completo, la verdad absoluta. Ante un conflicto solemos perder la perspectiva y sólo vemos nuestro lado del asunto, y pocas veces nos ponemos bajo la perspectiva del otro. Por triste que suene, la empatía empieza a ser un bien en desuso.

Somos seres egoístas por naturaleza, afán de supervivencia diría yo, solemos creer que nuestros problemas son los más importantes, los únicos merecedores de la compasión del mundo, obviamos las voces que gritan a nuestro alrededor, y así nos va. Si dejáramos de mirar nuestro ombligo por un momento, si escucháramos de vez en cuando, nos daríamos cuenta de que probablemente tendemos a exagerar un poco todo lo relacionado con nosotros mismos. Y es que, en el fondo, saber escuchar es un arte y requiere de cierta experiencia y entrenamiento, pero cuando se consigue, es tan gratificante…

Todos somos piezas importantes en el teatro de la vida, y a veces contar tus cosas a otro puede cambiar la forma de interpretar tu vida, darle un enfoque diferente o simplemente encontrar otra forma de priorizar problemas y soluciones. Por todo esto, cuando tienes un amigo que es capaz de escucharte, al que hablas sin tapujos, y con quien compartes tus problemas pues te comprende, debes cuidarlo, casi mimarlo, porque estoy segura de que será una pieza importante en tu vida. Por lo general jamás te dirá qué tienes que hacer, incluso a veces ni siquiera lo que quieres oír, tal vez te orientará, te encauzará o te dará otra perspectiva de tus problemas. Y a partir de ahí, actúa, no tengas reparos en hacer lo que creas más adecuado para que tu conciencia duerma tranquila una noche más, no por egoísmo sino por responsabilidad.