He
de reconocer que todavía, a pesar del tiempo que ha pasado, que sigue pasando,
se me hace muy difícil hablar de él. No es que no me acuerde, que no le añore,
que no piense en él, al contrario, más de una vez me reconozco hablando en mi
interior como si le tuviera a mi lado, o pensando en si lo que hago, como vivo,
qué decisiones tomo, le gustarán, si sentirá orgullo de lo que ve o por el
contrario le afectarán los fracasos que a veces yo siento.
No
soy de lágrima fácil, y creo que lo demostré aquella tarde frente a su cuerpo
inerte. Todavía no he sido capaz de echar una lágrima, y no por
no sentir lo que pasó, o por no echarle en falta. Siempre me dijeron que lo
guardaba todo dentro, y creo que tienen razón. Hasta escribir estas cuatro
líneas me está costando más de lo que debería. ¡¡¡ Esta maldita coraza interior…!!!
No soy fuerte, tampoco insensible, solo una persona extraña en cuestión de demostrar
los afectos, y así me va…
Estoy
dejando llevar mi mente sin ponerle muchas trabas en cuanto a lo “literario”,
pues siento que si me entretengo en pensar cómo decirlo, más bien cómo
escribirlo, mi mente se parará en seco y no saldrá una gota más de este dolor
que llevo dentro. No sé siquiera si hago bien en exponer todo esto aquí, al
alcance de todos, ni si servirá de algo, pero como este blog fue concebido como
terapia, aquí queda.
¡¡¡Papá te
echo de menos!!!