Según entiendo, estamos en una época en la que nos desborda la información, lo que
representa una carga demasiado pesada para nuestros cerebros, acostumbrados ya,
a no tener que almacenar datos. Me explico, por mi trabajo, tengo que tratar a
diario con personas de todo tipo que pasan por mi mostrador, he de decir que,
de todas las edades, y tanto si tú les das la información que requieren, como
si son ellos los que preguntan por algo en concreto, en un número muy
elevado de ocasiones, notas como no se están enterando de nada o casi nada, y casi
siempre aciertas si piensas que no tardarán en volver a preguntar sobre lo
mismo.
En
algunas ocasiones me sucede, que mientras les estoy relatando como han de
proceder o como tienen que realizar una tarea, los ves que están a sus cosas,
pendientes del niño, del perro o con su mente en la próxima cuestión, lo notas,
también tu experiencia te dice, que no tardarán en volver a preguntar sobre lo
mismo que acabas de contarles. Eso cuando no saben más que tú, que es otra de
las situaciones que se plantean, les estás contando, y al mismo tiempo, ellos
te lo están explicando a ti, pero aumentado con ejemplos, sin atender a las
peculiaridades de la situación o del elemento del que se les está hablando.
Vivimos
en un mundo tan tecnológico o tecnificado, no sé cuál sería el concepto
adecuado, aunque igual son los dos al mismo tiempo, en el que nos hemos acostumbrado
a tener todo al alcance de la mano, bien sea, pulsando una tecla o pinchando en
un enlace, nuestro cerebro parece como si ya no admitiera otro tipo de entrada
de información.
Lo
mismo pasa cuando les dices que solo hay una tienda, que no abre todos los
días, que la panadería cierra a las dos, o que no hay un “chino” al que
recurrir en caso de emergencia o que el banco no abre todos los días, o lo que
es peor aún, que según donde se pongan o donde vayan, no hay internet.
Se les
hace difícil comprender, que aquí disfrutamos del “slow living”, que no
somos Madrid o Barcelona, que esta es otra forma de entender la vida,
afortunadamente. Quizá deberíamos empezar como sociedad a mirar menos a la
pantalla del móvil, y disfrutar más de todo lo que tenemos a nuestra
disposición con sólo echar un vistazo alrededor, venir, como es el caso, a un
lugar rodeado por naturaleza en su máxima expresión, donde perderte, en el buen
sentido, en mitad de un bosque de centenares de hectáreas, y necesitar mirar al
móvil cada diez segundos, no tiene explicación.
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