Dejé
mis pies colgando,
desde
lo alto, donde el viento
me
susurraba al paso del tiempo.
Cerré
mis ojos a las prisas,
al
ajetreo de un corazón
que
bombea tan sólo
por
el hecho de ser lo que es.
Quise
descubrir
lo
que se siente al no pisar
tierra
firme y me sentí libre
de
adoquines que no me llevaban
a
ninguna parte... Mis manos
se
aferraban a las rocas
del
acantilado sintiendo el vaivén
de
mi cuerpo al ritmo de las olas...
Todo
está en mis manos,
estoy
aquí, sentada
al
borde del abismo,
(como
en la vida misma),
pero
aquí soy capaz de soñar,
de
separar el alma de mi cuerpo
y
verla flotar delante de mí,
descubriéndola
vacía....
Abrí
los ojos... Al sonido
de
las gaviotas alrededor,
de
las olas que acurrucaban
mis
pensamientos...
Y
allí dejé un trocito de mí,
dejé
el miedo que me hace
batir
en retirada,
y
las lágrimas de antaño
que
me acompañaban.
Nunca
me he sentido tan llena
y
tan vacía al mismo tiempo.
Soledad
Albalate
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