"Amor mío, amor mío.

Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo".

Vicente Aleixandre.

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Nada nuevo bajo el sol



Tras unas semanas fuera, a mi vuelta he tenido la sensación de haber estado suspendida en el aire, ajena al mundo, ausente de su inflexible, ruidosa e inexorable rueda, necesitando exilio. Al posarme de nuevo sobre esta vida, que ha seguido transcurriendo sin mí, he percibido efectivamente que nada había cambiado, que todo seguía en su lugar y en cierto modo esto me ha hecho feliz. Casi he sonreído al comprobar que la cotidianidad de nuevo me envolvía, pues a pesar de esa multitud de pequeños acontecimientos encontrados ,tabla rasa como la corteza terrestre sobre la faz del mundo. Todo huele, suena y viste igual, o tal vez es que necesite sentirlo así.

Acaso, eso sí, unos cuantos, bastantes, sueños renovados, rescatados; y otros tantos, los precisos, pensamientos atrapados y enviados a algún lugar donde no los encuentre nadie. Hasta me han salido al encuentro las lluvias, ese ambiente húmedo con olor a tierra mojada, que tanto me enternece; aun en tiempos de sequía la he sentido, esa tenue luz de las opacas tardes de tormenta, que siempre me ha llenado de quietud; esa serenidad de las aciagas horas escuchando la música de las gotas de agua en el cristal, que tantos recuerdos me despierta. Unas metas alcanzadas, algunas, otras aun por alcanzar. Y he sentido, una vez más, que el otoño se deslizaba subrepticiamente bajo los últimos días del estío para hacer notar su presencia, recordándome que aún sigo aquí, que aún es tiempo de disfrutar esta vida que transcurre...

Que inevitablemente siempre transcurre…

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