
Acaso, eso sí, unos
cuantos, bastantes, sueños renovados, rescatados; y otros tantos, los precisos,
pensamientos atrapados y enviados a algún lugar donde no los encuentre nadie. Hasta me han salido al encuentro las lluvias, ese ambiente húmedo con olor a
tierra mojada, que tanto me enternece; aun en tiempos de sequía la he sentido,
esa tenue luz de las opacas tardes de tormenta, que siempre me ha llenado de
quietud; esa serenidad de las aciagas horas escuchando la música de las gotas
de agua en el cristal, que tantos recuerdos me despierta. Unas metas
alcanzadas, algunas, otras aun por alcanzar. Y he sentido, una vez más, que el
otoño se deslizaba subrepticiamente bajo los últimos días del estío para hacer
notar su presencia, recordándome que aún sigo aquí, que aún es tiempo de
disfrutar esta vida que transcurre...
Que inevitablemente
siempre transcurre…
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