Esta tesis plantea que el desarrollo del
estado de bienestar, que, según todos los estudios, llega a sus cotas más altas
en los países escandinavos, genera enormes niveles de soledad, sobre todo, en
las personas de edad más avanzada, hasta el punto de que una gran parte de ellas,
llegan al final de su vida totalmente solas.
El Estado consigue que, con residencias para la tercera edad, en las que es muy sencillo ingresar, ayudas y todo tipo de servicios sociales gratuitos, la presencia de la familia sea prácticamente innecesaria para subsistir. Y esta es la palabra clave, “subsistir”. Con esto se provoca que poco a poco se vayan perdiendo los lazos y relaciones sociales y familiares, y como consecuencia, lo que a priori debería ser algo positivo, origina un grave problema de aislamiento, mayor en tanto mayor es también la persona.
Tal es así, que se da el caso de que países con distintos niveles de desarrollo social, tienen los mismos problemas. En Gran Bretaña, se creó el Ministerio de la Soledad para atender a los más de nueve millones de ciudadanos con este problema, y en los Estados Unidos, en los que, además, la mayoría de los servicios sociales y sanitarios, están en manos privadas, los expertos están avisando de los enormes costes que la soledad va a originar a la salud nacional: diabetes, suicidios, uso de antidepresivos, deterioro mental…
Sé que elaborar una teoría en la que todo esto se
conjugue y se lleve a buen fin, es muy fácil sobre el papel. Sé, por supuesto,
que nadie, al menos una parte mayoritaria de la sociedad no pretende, ni ahora
ni en un futuro, abandonar a su suerte a las personas mayores de su entorno
familiar. En consecuencia, debemos luchar por conseguir el más alto grado de
bienestar social sin abandonar lo bueno que tenía el tipo de sociedad de la que
venimos.
Como la mayoría de los problemas complejos,
la soledad en nuestra sociedad es la suma de las soledades individuales