
Para comenzar contaré que
ha culminado un ciclo más de esfuerzos, gritos, sudor, lágrimas, insinuaciones, detalles, esperanzas y
desesperanzas, palabras, miradas eternas y constantes.... Comienza entonces,
otro ciclo donde cerrar la memoria, aún faltan mil días, restan innumerables
horas mientras se suman nuevos temores a no poder alcanzar la ansiada paz.
Pues mi alma hoy ha
amanecido algo entristecida, ensimismada, decaída de los pies a la cabeza, algo
extenuados los pensamientos y derrotados
los impulsos... Mis años que hoy los siento algo mas maduros que otras veces,
como de otra vida, me han dejado con algo menos de aliento, y es extraño porque
sé bien cuanto soy capaz de entregar en base a esta experiencia limpia que
cargo conmigo, cuento con mi propia manera de ofrecer amor, con mi inusitada
forma de hacer este trayecto plagado de avances, y de brindar a los seres que
me rodean lo que soy.
Pero desde hoy, y cada día,
esperaré que surjan nuevos motivos, alguna sorpresa inesperada que me renueve
la fe, las armonías necesarias para levantar mi espíritu, una frase que me
identifique desde el interior o una tranquila tarde en donde no me superen las
nostalgias.
Me complace oír cuando me
dicen que soy fuerte, triunfadora y segura... me jacto de no ser alguien que
tire la toalla en el primer intento, bueno ni en el segundo, tercero o cuarto. Quizás
el trasfondo simplemente está en que no me gusta fracasar. Deseo rescatar las
sonrisas que me han sido obsequiadas, restaurar los códigos que no se olvidan,
interpretar lo que no fui capaz de hacer en su tiempo y luchar por alcanzar lo
que mi corazón aún no ha podido.
Y mientras vuelvo a leer lo
escrito, medito mis posibles equivocaciones, y sólo me resta decir que en lo
que me queda por vivir no me dejaré vencer, ni dejaré de combatir y probar los interminables
desafíos que vayan llegando en esto que llamamos... VIDA.
Animo y fuerzas. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Ramón, estoy en ello, con el tiempo todo se andará.
EliminarUn beso.
Hola Soledad!
ResponderEliminarHay días en que el alma nos pesa como una losa, en que nos sentimos cansados y sin fuerzas. Y a medida que pasan las horas se va aliviando y nos sentimos mejor.
Es bueno cerrar ciclos y empezar nuevos, sin arrepentirse de lo vivido y habiendo aprendido de lo bueno y lo menos bueno.
Aunque no lo veamos el sol siempre vuelve a salir.
Me gusta cómo escribes, gracias por compartirlo.
Un beso
Gracias por tus palabras y tu aliento. El peso va y viene, sin control, al menos no por mi parte. Pero después de leer tu comentario me siento algo más liviana y sobre todo reconfortada al saber que de vez en cuando estás por aquí.
EliminarUn beso.