"Amor mío, amor mío.

Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo".

Vicente Aleixandre.

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lunes, 15 de octubre de 2012

¿Puede evitarse el amor?


Para mí fue tan inevitable como crecer. Inesperado y arrasador. Me refiero a ese gran amor que, como agua de lluvia, te deja lista para florecer. “Él era alto y rubio, como la cerveza”, y olía a limpio. Tenía un cabello sedoso que le acariciaba el cuello. Y era todo lo dulce, y tímido que puede ser un hombre a esa edad, y lo más alejado del prototipo viril.

En ningún momento me hubiese imaginado que un ser tan inofensivo, y con un aspecto tan frágil, pudiera abducir mi voluntad. Pero la inexperiencia jugaba en mi contra, y absolutamente desprevenida, me abrí completamente a él; con una entrega, sólo posible en ausencia del más mínimo recelo, y me enamoré hasta la médula, sin poder ni querer evitarlo.

La nuestra fue una relación tormentosa en la que los periodos de plenitud se sucedían de intervalos, cada vez más frecuentes, de tumultuosas escenas violentas, en los que yo me quebraba la cabeza intentando buscar soluciones, y él se dejaba arrastrar por una especie de reacción esquizofrénica que le daba la vuelta a todo, y lo sumía en un sentimiento de frustración que lo aislaba en una realidad diferente, reventándome cualquier intento de comunicación con él. Entonces se volvía huraño, se le irritaba la úlcera de estómago y me odiaba.

¡Cuántas lágrimas he derramado entre las sábanas con la certeza y el temor de perderle. Aún con todo esto, no podía imaginarme la vida sin él. Era un alemán, hijo de alemanes, inmigrantes en España, que llegó a aquí con 5 años, y aun no había logrado perfeccionar el acento. Había crecido entre dos culturas, la de su casa, presidida por una madre cuyo desprecio a todo lo español se evidenciaba en su negativa a aprender el idioma; y la del entorno, el Colegio, los amigos, las chicas... Siempre he creído que su doble vida era la causa de su perfil esquizofrénico.

Tenía sólo 21 años, uno menos que yo. Compartíamos un piso de estudiantes en Cádiz, con vistas a playa Victoria, uno de esos lugares donde acude la gente desde el otoño hasta la primavera a ver las espléndidas puestas de sol. Una estudiante de medicina de Badajoz, y otro pacense de náutica, eran los otros dos compañeros del piso. En época de exámenes estudiábamos hasta el alba, que salíamos a dar un paseo por la playa, antes de dormir, o de irnos a la cama, porque en aquel tiempo, el sueño era secundario. Nos excedíamos en todo, no conocíamos los límites.

Cádiz era una ciudad propicia al esparcimiento, nadie nos conocía, y nos ofrecía una sensación de libertad que paseábamos de la plaza de Falla, la de Minas o la de San Antonio; pero el Parque Genovés era donde pasábamos más tiempo por estar junto al Campus, y ¿cómo no? en la alameda Apodaca de cara a los acantilados, viendo acercarse los barcos hacia la bocana del puerto, sorteando los tres bajos señalados por el faro de Las Puercas, El Monje, y Los Cochinos, que tantas veces había de enfilar en aquellos tres tortuosos años de mi vida.

10 comentarios:

  1. maravilloso tu blog Gracias por seguirme

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    1. Gracias por venir a mi casa, leyendo tu blog he sentido mucha conexión.

      Un beso enorme

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  2. Me ha encantado tu relato. ¿Verídico o ficción? Los amores de juventud son bellos, impetuosos, arrebatadores y auqnue acaben, los recordamos durante toda la vida.

    Gracias por este recuerdo de Cádiz, una ciudad a la que adoro.

    Me gustó tu blog, me quedo para hacerte compañía.

    Un abrazo.

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    1. Por suerte y/o desgracia, que de las dos hubo, es en un 80% real, queda un resto que siempre está sujeto a la subjetividad que da el tiempo pasado y a las licencias que una se toma para hacerlo más literario o mejor, más leíble. De Cádiz siempre quedará un poso en mi norteño corazón.

      Gracias por tu compañía, no sabes lo importante que para mi es. Un beso enorme.

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  3. Y como decía aquella letra de Sabina, "porque el Amor cuando no muere mata, y amores que matan, nunca mueren".

    Y si encima lo vives en Cádiz..

    Un abrazo. Encantado de pasarme por tu casa una y mil veces!

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    1. Gracias Daniel, por pasarte y leerme.

      Son, fueron, amores de juventud, ya algo lejanos, pero que siempre quedan ahí dispuestos a asomar la cabeza. Fueron momentos muy duros pero al tiempo muy bonitos que marcaron en cierta forma mi vida futura.

      Y además en Cádiz, jajaja.

      Un beso fuerte.

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  4. la pregunta sería qué es el amor, y una vez obtengamos la respuesta ver si es evitable o no. y si nada nos salva de la muerte al menos que el amor nos salve de la vida.
    saludos.

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    1. El amor puede ser nuestro salvavidas o nuestra condena, depende de cómo nos lo tomemos y la actitud con que lo enfrentemos.

      Un abrazo

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  5. ¿Puede evitarse el amor?
    o ¿Puede evitarse el desamor?
    ¿Amar es para siempre?
    ¿Quien ama más, quien primero dice adiós?
    ¿Amar es tal vez una pregunta constante?
    o ¿El desamor es dejar de preguntarse por el amor?
    Solo cuando amo deseo saber respuestas.

    Un Placer navegar por tu lectura.

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    1. Gracias Xarnego, tal vez el amor, el desamor, las preguntas y las respuestas, los adioses no se puedan evitar, pero ahí está la gracia de este juego.

      Un besote.

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