"Amor mío, amor mío.

Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo".

Vicente Aleixandre.

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lunes, 6 de febrero de 2012

El Amor no muere Nunca


Tal vez nunca encontremos aquellas cosas que se han perdido. Tal vez hasta su nombre olvidemos, sus colores y la sensación que nos producía, porque otras cosas sustituyen su ausencia, porque otras cosas nos provocan risa, a veces llanto, un poco de vida sin más. Pero lo más importante, tal vez sea, que a pesar de todo, siempre intentamos recrear el sueño a la luz del día a pesar del olvido en la oscuridad de la noche.

El amor no se olvida ni se apaga jamás, siempre renace, a cada instante, con cada soplo de aire que se escapa en un suspiro, siempre renacerá, aun cuando no haya lugar, aun cuando no haya un horizonte cercano, aun cuando, cansados bajo el peso de la tarde, nos entreguemos a oír el canto de los pájaros, entonces resurgirá del corazón un latido especial, un latido que no es igual a otros, un latido que después de todo es una nota del alma, inigualable, indescifrable y luminosa, un latido de amor.

A partir de él, el mundo tiene un nuevo color, una nueva fragancia que destila olor a flores frescas de campos verdes y jardines en flor, porque algo cambia cada vez que la angustia deja su lugar por un momento y es lentamente reemplazada por la sensación de plenitud que sólo se alcanza empezando a perdonar y a perdonarse, cuando comprendemos que a pesar de no tener palabras para llamar a lo que no está, todavía podemos acelerar el corazón con la tibieza de una melodía, la que a lo mejor nos conduce a encontrarnos con nosotros mismos y allí dejar en un abrazo sincero la amistad y la sinceridad, la comprensión y la verdad.

El cielo que vemos hoy es el mismo que brilló hace miles de años y sin embargo no es igual, porque los ojos que lo ven siempre son nuevos y la mirada que recorre los espacios refleja en cada cosa algo de sí misma, porque el puente trazado no parte de las cosas, sino que nace en el corazón y busca su destino entre luces y sombras, entre lo que se ve y lo que no se ve.

Los momentos pasan siempre y solo nos queda la sensación de haber tenido y ya no tener, porque somos plenos cuando estamos frente a las cosas que tocamos, que miramos, que amamos. Luego, como la arena se escapa entre los dedos, así se nos van los momentos quedándonos con la esperanza de volver a atrapar el instante en que por una norma no escrita de la vida misma nos tocó ser felices.

No hay que apenarse por lo que se va, aun cuando la tristeza lance bocanadas de aire ardiente sobre nosotros mismos y seamos poco más que nada en ese momento, algo así no nos debe consumir, algo así es un canto que la vida a veces suele cantar, después vienen los tiempos felices y las ausencias se llenan de recuerdos, y los recuerdos nos hacen buscar aquellas cosas nuevas para volver a empezar.

El amor no se muere nunca ni se apaga jamás, detrás de cada paso dejamos algo que nos puede volver a atrapar, y enfrente de cada camino siempre habrá, para alguien más, un nuevo lugar.

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